Un día parimos, empezamos a comunicarnos con el nuevo ser,
estamos felices de haber formado una familia, estamos en proceso de entender
ese nuevo modo de comunicación con el mínimo ser que salió de nuestras entrañas
y una vez pasado el período de "enamoramientoafullsinrespirodelaparejaparaconelnuevobebé”, aparece el reclamo
de sexo de nuestr@ compañer@. Qué nos pasa? Qué hacemos? Cómo lo vivimos?
Por supuesto que como cada parto, cada mujer es única y cada
relación de pareja también lo es. Y habemos mujeres que vamos cambiando con el
tiempo y con la comprensión de algunas cuestiones.
Cuando nació Luna (hace 6 años atrás), todo me fue
sucediendo rápido e intenso. Me costó muchísimo entender sus requerimientos, sus
necesidades. Tenía información en mi cabeza pero que no bajaba al corazón.
Tenía adormecida la intuición. La quería mucho a upa, le daba mucha teta, pero
ella no paraba de llorar. Yo no sabía mucho qué me pasaba y no me daba el lugar
para sentirlo. Pero desde el pensamiento y la exigencia: todo. Pasaron los 40
días que nombra el obstetra convencional y yo quería probar con el sexo. No
porque mi compañer@ me lo exigiera. Si no, porque yo sentía que quería mi vida
anterior de vuelta. Que no quería dejar de ser quién era. Todo mi ser quería
recuperar su lugar de pertenencia. El cuerpo, el trabajo, el sexo. No podía con
la idea de la intimidad profunda con mi bebé. Cuando llegó el día, poco después
de la convencional cuarentena, fue horrible. El poco deseo, cero lubricación,
ni qué hablar de los puntos de la episiotomía. Nunca fue tan feo volver a tener
una relación. Por favorrrrr! Dolor, incomodidad, una sensación espantosa. Igual
poco a poco lo fuimos intentando, semana a semana pero más por el deber que por
el puro placer. Había mucho fluido mamá-bebé que yo quería dejar de lado a la
velocidad de la “normalidad”.
Cuando parí a Vicente, con otro recorrido encima, con un
poquitín más de conocimiento sobre mí, me dejé llevar un tanto más por mi
instinto. Igual no me crean mucho, seguía respondiéndole al afuera, pero
permitiéndome más mi adentro. Y salí corriendo a trabajar a los tres meses
exactos, pero porque no tenía opción. O era lo que pensaba en ese momento. Pero
me permitía más contacto, más blandura, menos exigencia. No me acuerdo cuándo hubo
lugar para el sexo. Pero desde ya que no sentí que yo debía responder a un
tiempo asignado, a un número. El que no hubiera existido la episiotomía ya era
diferente. De no creer. Volver a tener una relación fue mucho más fácil, cero
traumático y mucho más amoroso. Pero convengamos que igual el lugar de mujer
deseante, sexy, con pechos dispuestos para el/la compañer@ cambia. Y no cambia
a los 40 días, va cambiando con el tiempo. Es raro adaptarse. Es raro separar y
concentrarse en el amor de pareja cuándo estamos tán frágiles amando a un nuevo
ser y tratando de entendernos en el rol de mamá. Cuando de nuestros pechos
chorrea leche. Cuando la oxitocina se usa para que haya más producción.
No es imposible, pero es raro. No tenemos ganas. Estamos
cansadas! Estamos estresadas! Tenemos que pensar en cuidarnos porque la
lactancia no es un método anticonceptivo! Permitámonos hablar más con nuestr@s
compañer@s de esto. Intentemos otras formas de amor y sexo según cómo nos
sintamos. Tal vez de más caricias. De más abrazos. Instalemos la comprensión.
Informémonos entre l@s dos. Habilitemos un espacio para compartir.
Como en todo, los médicos van a decir, los amigos van a
opinar, otras terapias van a afirmar. Pero confiemos en nuestro deseo. En lo
que nos pasa y tengamos un tiempo para escucharnos. Y observemos que después de
parir y de conocer más nuestro cuerpo, y de esperar nuestro tiempo, el sexo
seguro va estar mucho más bueno.
Les dejo la canción de Andrea Etcheverry que comienza
diciendo…desde que naciste soy mejor amante…