Pensar diferente a lo que piensa la mayoría respecto al nacimiento
de un bebé es un buen comienzo para pensar en criar diferente. Pero no
significa que así sea. Qué es criar diferente a la mayoría y quién nos lo
enseña?
Cuando nos convertimos en mamá no sabemos nada de nada de
nada. Nos pueden contar algo nuestras mamás o abuelas, algunas amigas, y cada
una desde su experiencia o su librito. Pero la real vivencia de las noches de
llantos en soledad, de un bebé tratando de agarrar desesperadamente la teta sin
poder lograrlo, de si es mejor limpiar la cola con agua u óleo, está en nuestro
interior. Cómo la gran mayoría de nosotras empieza a dudar de su saber
interior, empezamos a apoyarnos en lo que nos dice primero quién vista una bata
blanca y luego nos guiamos por nuestros saberes o por referentes a los que le
damos crédito.
Cuando nació Luna era evidente que todo el saber yo lo ponía
en la bata blanca. Desde su llegada al mundo en un parto totalmente intervenido
por el saber médico. Y cada consulta llamaba al especialista indicado. Cómo
había tenido un leve acercamiento a la lectura de los libros de Laura Gutman,
yo había puesto especial énfasis en la lactancia y en tenerla a upa, pero no
mucho más. Luna lloraba y lloraba cada noche, e Ignacio, con su santa paciencia
la acunaba en la Wawita. Hoy me duele, hoy sé que hubiera necesitado estar
conmigo, sentir mi olor, pero mi propia sombra y soledad se apoderaban de mí.
Es increíble cómo cada pasito de su crecimiento nos enfrenta
con nuevos saberes: cómo dar la teta, cómo destetar, cómo es la caca a medida
que crecen, cómo dejan el pañal, cómo son las primeras comidas, cómo calmar los
llantos, cómo hacer con el sueño, cómo acompañar los primeros pasos, cómo hacer
con los berrinches? va a ir a guardería? Jardín? Y ni que hablar de cuándo
llegan a primaria.
Así me pasó y así me pasa. Vicente nació cuando empecé a
transitar otros cambios y su nacimiento fue en casa. Pero aún así dudaba si
ponerle el chupete o no. Si poner vacunas o no? Iba yo a decidirlo? Sola? A quién
le otorgaba el saber? Podía confiar plenamente en mí pero también tengo una
pareja y entre los dos fuimos armando lo que nos iba cerrando de acuerdo a la
nueva información.
Y así con todo voy caminando, pasito a pasito. Cambiando
mucho. Luchando mucho entre lo que siento, creo y transmito a veces.
A Luna le quité el chupete a los dos años y Vicente con tres
y medio aún lo usa. A Luna le insistí en dejar el pañal a los tres porque
entraba al jardín. Vicente aún lo usa y tengo que luchar contra el discurso del
jardín. Luna durmió en su habitación desde los 45 días. La cuna de Vicente
estuvo en nuestra habitación hasta los dos años y medio. Y así puedo seguir y
seguir… y seguramente siga cambiando. Con herramientas que hoy me gustan más. Me
cierra y compro el respeto para el niño, ubicarlo en el lugar que merece, no
someterlo, no violentarlo, no obligarlo, acompañarlo en cada transitar, no
cambiar su ser esencial. Observar qué le gusta, qué me quiere decir, por qué
manifiesta lo que manifiesta. No rotularlo.
Muchas veces dudo de mí y me desespero pensando que no los
puedo entender. Pero intento, y los acompaño como puedo. Con todo mi amor a su disposición
y con todo mi ser. Sé que no me las se todas y que puedo equivocarme y ellos
también lo saben.