lunes, 21 de abril de 2014

No al fudamentalismo

El jueves santo tuve una hermosa invitación a la casa de Marcela Canelo en Marcos Paz. Marcela es Doula, mamá, terapeuta de lectura corporal, profesora de Gimnasia, pilates y muchas cosas más. Todos los que me conocen saben lo que me gusta tejer redes. Que este encuentro se haya dado en Pascuas no es en casual. No soy practicante del catolicismo hoy en día pero la idea de la resurrección me hizo pensar que es muy interesante celebrar la resurrección que nos acontece a cada una. Morimos en muchos momentos y creo que al parir también y resucitamos como madres. Y allí estábamos, celebrando nuestros cambios, crecimientos, renaceres y reencuentros.

A Marcela la conocí en un gimnasio en Barrio Norte hace 20 años atrás. Ella era mi profesora y recuerdo cuánto entrenaba. Yo estudiaba publicidad y hacía gimnasia en forma constante. Pasaron los años y en una presentación de un libro de Laura Gutman (1), la vi, la saludé y me contó que se había vuelto a Marcos Paz y colgaba una niñita de su quepina. La segunda vez, en el Paramana Doula (el Seminario que da Michel Odent) volvimos a encontrarnos y a charlar de nuestros cambios y caminos y quedamos en contacto compartiendo experiencias. Y así, pasó el tiempo y tuvimos un tercer encuentro el jueves, en su casa (debo decir que es muy buena anfitriona) y pasamos un hermoso día hablando mucho de sus vivencias, su experiencia y lo que le devuelve a su comunidad desde Tierra Mansa (https://www.facebook.com/tierra.mansa). 

Y coincidimos en un montón de cosas e ideas, pero principalmente en esto de alentar a cada mujer a conocerse, a cuestionarse, a no aceptar todo lo que viene de afuera. A desear algo fuerte, pero siempre dejando un lugar para el cambio de último momento, en alentar la libertad de elecciones sin casarnos con una teoría pero, a veces, uno termina siendo más enfático con lo que ha funcionado, no?

Ofrezco mis experiencias en este blog para que nos demos el permiso de pensar y repensar las elecciones que tomamos estando embarazas, pariendo, criando, amando. Pero cada cual con su realidad hará lo que pueda, lo que le salga, lo que sienta y lo que quiera. Respeto y libertad van de la mano. Y eso lo he aprendido y lo sigo aprendiendo día a día.

También he tenido mis  épocas de mayor fanatismo y de hacer caso al afuera. De querer que todas mis amigas den la teta, de volverme loca si mi suegra osaba abrir un cartoncito de leche maternizada, de llevarme el sacaleches a una conferencia en el Hilton y meterme en el baño a sacarme, de llorar si se me volcaba la leche que había juntado, de quitar el chupete a los dos años porque lo dijo el pediatra, de no ponérselo porque mejor que el bebé tenga el cuerpo de la madre, de ponérselo porque Casilda Rodrigañez (2) dice que chupete con cuerpo sí está bien, de sacar todos los lácteos de mi casa, pufff y de tantas cosas más.

Y si bien antes me parecía que luchar con todos estos temas como bandera era parte de empezar a cambiar el mundo (lactancia, colecho, parto respetado, crianza con apego) hoy creo q un buen conocimiento de nosotros mismos, de quiénes hemos sido, quienes somos y de la realidad emocional que nos acompaña es lo fundamental para hacer elecciones, para buscar información, para probar si nos sirve y para actuar en consecuencia. Por suerte la maternidad está ahí para abrirnos ese camino y ponernos en jaque.


Luna pequeñita

Y llegó Vicente


(1) www.lauragutman.com.ar
(2)  https://sites.google.com/site/casildarodriganez/

2 comentarios:

  1. Hola, me encantó tu entrada, pienso al respecto igual que vos. Soy mamá de 6 hijos, todos muy seguiditos ( cada dos años ) y también he pasado por distintas facetas, he hecho y deshecho, pero todo hace a la experiencia. Un abrazo fraterno! Y si te gusta la poesía te invito a hurgar en mi blog, hay un poco de todos los géneros.
    http://desdelahabitacion22.blogspot.com.ar/

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  2. Es cierto que la maternidad nos mata y nos hace resucitar, y que nos pone en jaque. Y es cierto que no hay recetas. Y también es cierto que aunque no las haya, escuchar lo que a algunas les sirvió ayuda y es para agradecer.

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