lunes, 10 de marzo de 2014

El sostén. El acompañamiento. La relación con el equipo médico.

Hace unas semanas, me hicieron una entrevista para una tesis que está preparando una estudiante de Ciencias de la Comunicación en relación con Parto en institución vs. Parto en casa. Por supuesto que recorrí con ella nuevamente mis experiencias y me cuestioné una y otra vez algunos puntos. Una de las preguntas era acerca si me sentía segura, acompañada, sostenida con el equipo que había estado conmigo en ambos casos. Y tuve que pensar un rato y de nuevo me doy cuenta cuánto he cambiado yo.

En mi parto en la Institución, en ese momento, pensaba que todo lo me dijeran que tenía que hacer era incuestionable y que el poder estaba en esos médicos, parteras, enfermeros, anestesistas que me presentaban en ese momento, a punto de parir. A ver, la partera la vi una vez en una charla que dio en los cursos convencionales de preparto. Sabía mi nombre porque se lo repetí por teléfono cuando acordamos encontrarnos en la clínica. A las enfermeras que me decían “mamita” nunca las había visto en mi vida, al anestesiólogo me lo presentaron cuando estaba cubierta por la bata ridícula que te dan y tratando de no moverme cuando me ponía la anestesia. Y el obstetra, ese señor que me controló peso, presión y exámenes una vez por mes y que me dedicaba 15 minutos, lo vi cuando Luna estaba coronando. Por supuesto que no me sentí acompañada, sostenida. De hecho, después de parir quedé toda envueltita en una camilla en un pasillo hasta que llegó Ignacio con Luna bebé. Tal vez haya sentido un poco de seguridad porque estaba rodeada de gente que se suponía sabía más que yo. Ay ay ay…(agradezco esta experiencia porque me llevó a la otra, pero recordarla duele a veces).

Con el equipo que elegí para parir respetando mis tiempos (y no digo en casa porque no fue pensado así desde un primer momento), los encuentros eran diferentes. Con el médico obstetra que fue Carlos Burgo, las consultas duraban hora y media. Y no eran acerca del embarazo solamente, también hablábamos de mi vida, de quién era, de mis miedos, de mis expectativas, de mis deseos. Con Alejandra Mazzeo, la partera, fue igual. Encuentros donde hablábamos de todo un poco. Pero yo sentí que ella me entendía y más el día del trabajo de parto y del nacimiento, donde respetó cada tiempo y movimiento. Sin intervenciones innecesarias. En silencio. Resguardando la intimidad. Carlos Burgo ni apareció, estuvo ahí en el living y se asomó a sacar las fotos que registraron maravilloso momento.

Mi marido también fue mi sostén en ambos casos, pero los dos para la segunda experiencia habíamos crecido. Con Luna Ignacio acompañó mis deseos y también un poco temeroso y sin información seguía las indicaciones. En el recorrido que hicimos con Vicente, su acompañamiento fue más allá. Siempre supe que en su silencio, él quería que tuviera ese parto. Entonces en casa colaboró y acompañó muy activamente con otras cuestiones (poner musiquita, ubicar a Luna con niñera, bajar la luz) pero sin intervenir en mí proceso.
Y luego hay un sostén más general, que tiene que ver con el entorno, que CREE o NO CREE que uno puede parir en libertad, y proyecta sus propios miedos. Por eso creo que a los de afuera, que nos quieren mucho, debemos escucharlos a medias, y no darles todaaaa la información de todo.

Históricamente, las mujeres parían acompañadas de otras mujeres, o de sus madres. Así de simple y fácil. Hoy nuestra sociedad es diferente y constituimos diferentes sostenes. Existen las doulas que podrían ocupar este lugar. El problema es que en los equipos médicos convencionales, no permiten el ingreso de alguien que no sea familiar y hasta suele resultarles ridículo. Igual recomiendo no bajar los brazos y trazar el camino que mejor le cierre a cada una.

Si es el compañer@, si es la parter@, si es la doula, la madre o quién sea. Pero es importantísimo armarse una red de sostén que acompañe el proceso con amor.


Quién te acompañó a vos? Cómo te sentiste? 

Con Ignacio y Luna

Con Carlos, Alejandra, Ignacio y Vicente

1 comentario:

  1. Caro! Hermoso post!
    Yo también tuve un parto en institución y uno en casa, ambos con Sandra, ambos con Nacho. El de institución además con Tito y enfermeras. El de casa.....ay! qué belleza: León en su habitación, mi hermana Momo...y también el sostén de saberme en intimidad, de sentirme respetada, resguardada, esperada, poderosa, vulnerable, mamífera, humana.
    Qué mejor sostén que conocerse, que confiar en nuestro cuerpo, en nuestro bebé, en quienes cuidadosamente elegimos para que nos acompañen, en todo nuestro camino, en toda nuestra preparación, en la vida que quiere manifestarse una vez más.

    ResponderEliminar